marzo 1, 2024 By Web Master

La confianza es el catalizador para una mayor productividad en el lugar de trabajo 



 
FranklinCovey Costa Rica

Existe una gran cantidad de estrategias y metodologías que pretenden aumentar la productividad en el lugar de trabajo, pero solo un factor emerge constantemente como eje del éxito: la confianza. 

 La productividad es difícil de medir en parte porque es lo que viene antes que los resultados. Ofrecer resultados sólidos con integridad y buenas intenciones es una de las formas más rápidas de generar confianza, tanto dentro de una organización como con sus clientes. 

En entornos de baja confianza, muchos líderes se sienten mejor al ver que hay mucha actividad. Como resultado, llaman a los trabajadores a la oficina. Sin embargo, es esa misma sensación de sentirse supervisado lo que puede disminuir la productividad. 

Eso es lo que hace que la confianza sea tan vital para el éxito individual y organizacional. La confianza significa que no hay necesidad de que los jefes controlen cada paso del proceso. Significa que se puede dejar que los empleados y equipos de empleados a los que se les ha confiado un proyecto cumplan con sus tareas en función de su experiencia, capacitación y conjunto de habilidades, así como de sus compromisos con los plazos. Esto deja espacio para algunos impulsores clave del rendimiento: la libertad de asumir riesgos, cometer errores e iterar hacia el éxito cuando sea apropiado. 

 Por supuesto, es necesario un ajuste de cuentas si un empleado o equipo no está siendo eficaz. Si no dan resultados, es necesario abordarlo. Pero la micro gestión y el monitoreo agresivo no descubrirán los problemas antes, sino que crearán una cultura de baja confianza, lo que potencialmente infligirá más daño a la empresa que cualquier empleado por sí solo. 

 De hecho, sin confianza, la productividad se convierte en un ejercicio de marcar casillas. En una cultura con poca confianza, se pagará un “impuesto” que resultará en un producto o servicio inferior. 

Confiar significa invitar a sus equipos a ser más ingeniosos. Si los empleados confían en que las personas que los dirigen los respaldan y se sienten valorados mientras realizan el trabajo que consideran significativo, aportarán una mayor calidad de pensamiento al trabajo; no porque se lo digan sino porque quieren. Ese “dividendo” de confianza se acumula para crear culturas de alta confianza. Por el contrario, en una cultura de baja confianza, la productividad cae, convirtiéndose  efectivamente en un impuesto. 

La mayoría de los trabajos siempre conservarán algún elemento de una transacción. Los empleados no van a trabajar gratis. Pero una mayor productividad no siempre es una transacción. Las personas no trabajarán más duro automáticamente una vez que obtengan un aumento. Sin embargo, aumentarán su productividad si les agradan y admiran a aquellos con quienes y para quienes trabajan. 

Los trabajadores que se sienten confiados tienen más probabilidades de aprovechar nuevas fuentes de creatividad, asumir riesgos calculados y no sentir la necesidad de poner sus energías creativas en parecer ocupados. 

En un entorno de baja confianza, la falta de autonomía sofoca la iniciativa de los empleados. No importará si trabajan desde casa o en una oficina. Si existe falta de confianza, los empleados sólo harán lo suficiente para no ser despedidos. Y dedicarán mucho tiempo a documentar lo que están haciendo y a obtener aprobaciones explícitas para cada paso que den. Obviamente, esto obstaculiza la productividad. 

En lugares de trabajo de alta confianza, se anima a los empleados a tomar la iniciativa e implementar soluciones creativas. La atención se centra no sólo en el producto o servicio final. No es sólo el resultado lo que cuenta. Permite un grado de libertad desde el principio que da a esos mismos empleados un sentido de propiedad sobre el trabajo. La confianza permite a los empleados hacerse cargo de su trabajo. La productividad se convierte entonces en una medida de cómo quieren representarse a sí mismos ante el resto del mundo. Ese nivel de propiedad sin duda conducirá a resultados mejores y, especialmente, más creativos. 

Cuando se trata de productividad, gran parte de lo que hace que el trabajo sea efectivo y no simplemente rutinario es la calidad de la resolución de problemas y la toma de decisiones. La confianza potencia estos procesos. Cuando los empleados confían en sus pares y líderes, pueden hablar abiertamente sobre los problemas, colaborar en las soluciones y tomar decisiones con confianza. 

En un lugar de trabajo con poca confianza, la toma de decisiones se vuelve engorrosa y los resultados cuestan más y toman más tiempo. Como siempre, el precio que se paga es tanto la velocidad como el costo. La gente duda más a la hora de expresar sus preocupaciones y las discusiones se ven sofocadas por el miedo al desacuerdo. Esto conduce a una toma de decisiones lenta, ineficaz y propensa a errores. 

La productividad medida en horas de trabajo puede no parecer afectada por esta caída tan real. Pero los resultados del esfuerzo excesivo dedicado a negociar entre múltiples caminos malos que conducen a peores resultados seguramente se sentirán cuando llegue el resultado final. 

En un lugar de trabajo de alta confianza, se fomentan los debates abiertos y los puntos de vista diversos. Los empleados pueden trabajar de forma independiente durante días, semanas o incluso más si existe un acuerdo generalizado. Pueden asumir riesgos calculados sin una estrecha supervisión. Este ágil proceso de toma de decisiones da como resultado soluciones rápidas, una asignación eficiente de recursos y una mayor productividad. Literalmente, la velocidad de la confianza. 

 La confianza no es sólo una virtud, sino el combustible que impulsa los lugares de trabajo hacia la grandeza. No es sólo una característica agradable de tener, sino que es imprescindible para lograr una productividad fuerte y creciente, y la resultante excelencia en el lugar de trabajo. 

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